Publicado en: Atarazana GO! / 22-03-2023

Hace algunos años, en Guayaquil, hubo un sinnúmero de tiendas en las que se comercializaban discos de vinilo, casetes, CD y videos de diferentes géneros. 

Ahí se podía encontrar los últimos materiales de cantantes y bandas nacionales o extranjeras, así como sus producciones anteriores. 

Empero, la piratería golpeó fuertemente el negocio. No era lo mismo pagar $ 1 por un disco compacto pirata de 20 canciones, que $ 15 o $ 20 por uno original. 

En paralelo, los vinilos dejaron de ser atractivos y cada vez eran más escasos en el mercado. Lo mismo pasó con las cintas de audio. 

Por si fuera poco, los equipos de sonido caseros solo traían lectores de CD y puertos USB para pendrives con cientos de canciones. Esto también pasó con las radios de los vehículos. 

La aparición de Internet, de YouTube y de las plataformas digitales musicales fue otro impacto que no pudieron resistir las tiendas. 

En su mayoría sucumbieron. Uno de los pocos establecimientos sobrevivientes de esa época es J.D. Feraud Guzmán, el cual, en su mejor momento, fue una cadena con varias sucursales. Hoy solo queda la de las calles Aguirre y Pedro Carbo. 

Surgieron entonces algunos emprendedores que combinaron el comercio de camisetas rockeras y otros objetos con la venta de discos compactos y de vinilo. Era como un valor agregado a sus negocios. 

Pero también hubo un grupo de personas que optaron por meterse de lleno en la venta de acetatos, CD y distintos accesorios. Su especialidad, el rock pesado y sus diversos subgéneros. 

Unos tienen locales en sus respectivas ciudades de origen y otros no. Estos últimos lo venden todo en línea o dan a conocer sus productos en sus redes sociales. 

Este reportaje abarca a este pequeño grupo de personas que decidieron invertir recursos y tiempo en la compra de discos fuera del país, para luego comercializarlos a sus distintos clientes. 

Una de sus principales estrategias consiste en organizar ferias en diferentes ciudades del país. Durante estos eventos exhiben centenares de productos musicales, también ofertan camisetas, muñecos, libros, revistas y toda clase de accesorios. 

Atarazana Go! conversó con varios de estos comerciantes itinerantes.  

Su denominador común es que empezaron como coleccionistas y posteriormente incursionaron en las ventas. 

Un pequeño colectivo nacional 

En Ecuador hay una cantidad incuantificable de comerciantes de música. Lo que no todos ofertan es vinilos o casetes. Eso ya es para tiendas más especializadas. 

El guayaquileño Ángel Molina organizó en días pasados una feria, en la que participaron los integrantes del colectivo Vinyl Vintage Ecuador. 

El grupo lo conforman por ahora cuatro tiendas, en las que es posible encontrar todos estos productos. 

Al evento también llegaron vendedores de Quito. 

“Somos emprendedores que empezamos la reactivación con todos los formatos físicos; además, comercializamos muñecos y accesorios alusivos a cantantes o bandas. Del mismo modo ofertamos camisetas actuales o retro de agrupaciones, e incluso de películas clásicas”. 

Molina y sus colegas realizan giras por las distintas ciudades del país. 

En 2015 realizaron la primera feria y participaron 17 expositores. De ese evento tienen algunas anécdotas. Por ejemplo, el lugar donde se llevó a cabo estaba clausurado y ellos no lo sabían. Lo positivo fue que llegaron cerca de 500 personas. 

En la reciente exposición que se celebró en el Garzocentro, al norte de Guayaquil, hubo 7 estands. 

Desde Quito arribaron: El Surco Ecuador, Girando a 45 RPM, Vinyl Addiction, Valita Discos y Libros, y EDM Récords. En tanto que del puerto principal estuvieron presentes Silver Sgamparche CD y El Puestito Musical. 

De acuerdo a Molina, la asistencia fue muy satisfactoria, por cuanto hubo una cantidad interesante de compradores que se llevaron de todo un poco. 

Pero, ¿qué discos de acetato se adquieren en esta época? 

“Los rockeros compran grunge, death metal y heavy metal clásico. También hay clientes jóvenes que compran pop moderno y reguetón. Unos cuantos buscan música nacional, que es más difícil de conseguir”. 

Según Molina, desde hace algunos años se ha vuelto a valorar al acetato. 

“Es el sonido analógico lo que seduce a la gente. Eso no se va a escuchar en ninguna plataforma. Al abrir el vinilo, se puede encontrar un póster, un libro o postales. Es un verdadero ritual romper el plástico, sacar el disco, verlo y ponerlo en el equipo”. 

En el Garzocentro hubo 5 mil vinilos y 3 mil discos compactos a disposición del público. Además de camisetas, pulseras, muñecos, libros, pósters y más. 

Molina, quien es profesor de Cultura Física, reveló que hace 6 años está en el negocio y que antes de incursionar en él era coleccionista. 

Fueron sus amigos y allegados quienes le sugirieron que se dedicara a la importación y a la venta de música en los formatos tradicionales, por cuanto podría obtener buenas ganancias. 

“Sí ganamos dinero. Se pagan los impuestos y valores de ley, pero nos queda un monto representativo. Esto también nos ha abierto un abanico de múltiples oportunidades”. 

Ángel Molina ha participado en más de 50 ferias a escala nacional. Es propietario de la tienda El Puestito Musical, en la Alborada.  

Los clientes pueden ver todo lo que oferta, pero también existe la posibilidad de importar a través de Molina, desde países como Argentina, Estados Unidos, México y Europa. 

Promocionamos la música nacional 

Valeria Egas tiene 32 años y desde hace 7 está metida de lleno en este negocio. 

En su caso, tiene una tienda ubicada en la Plaza Arenas, en Quito. 

Ella también fue coleccionista de discos, afición que empezó a los 18 años.  

Egas es chef profesional, pero un día decidió dejar de lado ese oficio y se dedicó por entero a la venta de discos, libros y demás accesorios. 

Su principal motivación es el amor que le profesa a la música. Es una fan empedernida de los argentinos Soda Stereo. 

Su fortaleza en la parte comercial es la venta directa a los clientes, en su tienda. 

“No hay nada como lo tangible. Puede ser que alguien quiera un disco, pero si no lo ve es otra cosa. El temor a ser estafados está latente en estos tiempos”. 

Valita, como la conocen en este medio, responde con mucha seguridad a cada pregunta. Escucha, razona y expone sus criterios con facilidad.  

Los diversos géneros del rock pesado son los que ella más comercializa. 

Egas tiene claro que las ferias, así como las tiendas, son un poderoso espacio para promocionar a los músicos y a las bandas nacionales. 

Sin embargo, tiene la  certeza de que los discos de los talentos ecuatorianos tendrían más ventas si se integraran a esta clase de exposiciones. 

“No es tan fácil comercializar el producto nacional. A veces es más caro que el importado. Sería fundamental que ellos se sumaran a esta clase de iniciativas”.

El Surco, 100% en línea 

Esteban Mendieta afirma que su tienda El Surco es la única totalmente en línea en todo el territorio nacional. 

Incluso en la página web hay frases como: “Cómpralo sin salir de casa” o “Tus vinilos a un clic”. 

“No tenemos un local físico. Atendemos a clientes dentro y fuera de Ecuador. La pandemia nos causó problemas, pero a la vez nos permitió darnos cuenta de que esta es la modalidad acertada de negocio”. 

Mendieta, quien es administrador de empresas y ha trabajado en el sector público, tiene 5 años en esta actividad. 

Él recalca que su principal ventaja es que le pueden hacer compras durante las 24 horas, cualquier día de la semana. 

Al igual que sus compañeros, empezó como coleccionista, pero un día tomó la decisión de vender aquello que le sobraba. 

De ahí ofertó algunos accesorios hasta que finalmente se lanzó al comercio de vinilos. 

“La venta de discos en línea ha  crecido, no solo en el país, sino a nivel mundial”. 

Negocios similares a los de él suman aproximadamente 15 en todo el Ecuador, según expresa. 

Los gustos de los clientes de Mendieta varían de acuerdo a la edad. Así, los más jóvenes le piden discos de Dua Lipa, Lana del Rey o de Taylor Swift. 

Otros van por las producciones de bandas, como Hombres G o Ilegales. Las damas le solicitan los acetatos de Flans, Karina o Pandora,  y los mayorcitos requieren long plays de José José, Los Iracundos, entre otros. 

El Surco ha formado parte de unas veinte ferias a escala naciona y al menos una vez por mes sale de Quito a recorrer el país. 

Sgamparche, rumbo a los 9 años 

Silver Angulo (45 años) es uno de los personajes más conocidos de la escena rockera de Guayaquil. Es común verlo en conciertos en diferentes ferias con sus discos, CD, casetes, camisetas y demás accesorios. 

En los próximos meses cumplirá 9 años en este oficio. 

El principal de Sgamparche CD es carismático, amable y conoce muchísimo de música de diferentes géneros. 

Siempre ha estado vinculado al comercio. Su padre, Víctor Angulo, también se dedicó a esta actividad. Es decir, lleva esto en sus genes. 

Angulo, quien es tecnólogo en Diseño Gráfico, se vinculó a la música cuando era colegial. 

“Estaba en la casa de mi primo Marcelo Armijos y él estaba viendo el video de ‘Just a gigolo’, de David Lee Roth. Desde ese momento me involucré con el rock”. 

En el colegio Vicente León contactó a compañeros a quienes también les agradaba el rock pesado. 

De manera empírica aprendió a tocar el bajo y la guitarra. Aquello le permitió formar parte de dos proyectos musicales en la ciudad. 

Es uno de los tantos rockeros de la vieja guardia, que se reunía con sus amigos en la avenida 9 de Octubre. 

Con algo de esfuerzo y sacrificio comenzó a comprar discos de Guns N’ Roses, de Sepultura y de Testament, pero también escuchaba otros géneros, como el punk y la música alternativa. 

Así mismo, a finales de los 90, se metió en el underground local y asistió a los conciertos de esa época.  

Sus bandas preferidas de Guayaquil son Blaze, Notoken, Profecía, Incarnatus, entre otras. 

Varios años después su amigo Ricardo Medina lo invitó a una feria, donde iba a comercializar productos para los rockeros. 

“Tras eso me lancé solo en otros recitales y desde ahí me involucré en esto. A más de acetatos, discos compactos y todo eso, oferto teléfonos celulares, grabadoras, calzado y demás artículos”. 

Su capital provino de la liquidación del último trabajo donde estuvo y de sus fondos de cesantía. 

Con eso compró discos dentro y fuera del país, también intercambia o recibe en consignación mucho material musical para ofrecerlo a sus clientes. 

“No tengo un local. En mi caso poseo unos 1.500 ítems de todo. Si alguien quiere que le consiga algo, también le doy ese servicio”. 

Silver tiene claro que detrás de la compra de un long play hay pasión por la música.  

“Es como cuando los niños entran a una dulcería o una heladería. A quienes les gusta esto quieren tener el vinilo, el acetato y el casete de un mismo producto”. 

Según Angulo, existen muchas personas que gustan de reunirse y llevar discos de vinil para escucharlos. 

Respecto al nombre un tanto inusual de su negocio, explica que “Sgam” tiene relación con las iniciales Silver Gabriel Angulo Montalvo, y “Parche” es en referencia  a como se denomina el trapo que usan algunos artesanos para mostrar collares, pulseras, aretes y similares. 

Ángel, Valeria, Esteban y Silver no ven otro futuro que no sea uno rodeado de discos, casetes, videos y demás accesorios para los amantes de la música. 

Ellos decidieron escribir su historia así. Por algo son coleccionistas. (I)